viernes, 7 de diciembre de 2012


EL OFICIO DE SOÑAR
Mi oficio comienza al dormir. Después, tan sólo se trata de soñarte. A veces, te extravió cuando cansado de la vida mis pensamientos ni siquiera tienen ganas de imaginar. Entonces, pienso que quizá mi oficio no sea soñarte, ni a ti ni a nadie, quizá mi oficio sea simplemente vivir la supuesta realidad. Pero a veces, sueño que estas sola como lo estás hoy, que deambulas en sabe que territorios y quién sabe con quién.

Pero de que se trata esta historia, estas muertas, estos personajes extraviados en alguna partes del mundo o, en algunas partes de la vida. Robeto Bolaño, diría que estoy robando de cierta forma la trama de su historia; o que quizá, soy el detective salvaje que nunca llego a la cita: Arturo Belano, Lezama Lima; que quizá sea otro detective a la manera de 2666: Amalfitano, Fate o El gran Hanss es decir, Archimboldi. Quizá soy todos y ninguno. Enciendo un cigarrillo y pienso en tantas mujeres muertas, en tantas mujeres extraviadas: Cesárea Tinajero, Lupe. O tu Alejandra o Carolina. Quizá las 200  muertas documentadas por Bolaño en su novela o los miles de mujeres que ya hay asesinadas en el mundo. Todas son raptadas por alguien, todas se van con alguien y aquí surgen una especie de celos. Entonces sé, que mi oficio nunca ha sido celarte, para qué, si has de quedarte con alguien más, si yo termino solo la vida, ya lo sabía: los hombres siempre acaban solos su historia.

Hay ocasiones que en las noches, mis encuentros contigo son distintos, son como estar en una vieja película en blanco y negro, en las que el drama era más importante que las escenas de acción o de terror o qué sé yo; pero estoy muy seguro que los protagonistas principales de la historia somos nosotros, y como en las películas de “Casa Blanca” o en una cinta de Buñuel, el hombre de la historia, “el héroe” (ja), al final de la cinta, termina por quedarse triste en un anden viéndote partir, mientras se fuma un cigarro, solo y en silencio, así es la vida, no hay el final feliz en ninguna historia.

Aunque fatales nubarrones hoy comienzan a ceñir el cielo, en el que por cierto, ya comienza a disiparse mi presencia, aún puedo percibir cierta bruma que cubre tu vida y no te ha dejado verla. Mi nombre es una falta en el reparto de la felicidad en tu vida; y aunque tú misma haces el guión, y eres la directora, y es más, hasta actúas como la actriz principal, bien sé que ignoras que mi presencia en tu historia, te puede ayudar paraqué tu trabajo tenga el éxito que crees merecer. Igual, quizá esta vida será la última vez en que trabajemos juntos o estemos cerca el uno del otro. La angustia que te mantiene despierta tiene un aire de falsedad, de paraíso artificial, de ansiolíticos y salidas por la tangente de la vida, con ganas disfrazadas de viajar.

Hoy, desisto de anotar estas palabras en mi diario. Pero no de anotar en mi cuaderno de sueños esa cosa de la historia de nada, que llenaría cien páginas, “mi oficio es soñarte”, para qué quiero una interpretación de rutina en tu vida, si nunca has querido que forme parte del reparto. En fin: ¿Qué será de nuestra vida cuándo Dostoiveski deje de soñarnos? 

Esta mañana, te veo dormir sobre la cama junto a tu sueño, veo emerger las imágenes que estas soñando. Salgo de la habitación, cruzo el espejo junto con Alejandra. Nuestro mundo sería mucho mejor, si la realidad no tratará de imitar al reflejo y no al revés. Los espejos de la realidad ya no están llenos de imágenes verdaderas, el color negro ya no es un color, sino la ausencia de él, es un color que es sólo el reflejo de todos los colores, el exceso. El blanco, tampoco es un color, sino el reflejo que despiden ciertas superficies al ser tocadas por la luz. Nada es lo  que parece, todo lo que creemos ver no es sino un sueño al estar en esta realidad.

Dices Alejandra: “Desde hace tanto tiempo detesto al “ser humano” que me habita, quisiera que la Reina de corazones ordenará: “! Qué le corten la cabeza!”. Los humanos como los espejos somos seres abominables porque tendemos a la copula y la reproducción, como lo dice el libro: Anglo-American Cyclopaedia, en el volumen XXVI, en un artículo sobre Uqbar,: “Copulation and mirrors are abominable”. Es el libro de Borges…

Si Alejandra ya sé que el texto en su traducción dice uno de sus gnósticos: “…el visible universo es una ilusión o (más precisamente) un sofisma. Los espejos y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood are hateful) porque lo multiplican y lo divulgan”. Así los hombres como los reflejos no hacen otro cosa que engañar, copular, reproducirse y tratar de estar por sobre los otros.

Mejor me fugo de esta realidad conigo Alejandra; es decir, con tu reflejo. Trato de escapar de la vida, o mejor dicho, quiero morir en ésta vida. Porque a mi saber y mi entender, yo no he sido “el ser de la vida” de nadie.

Ahora a través de lo onírico, estoy contigo, Alejandra. Dices: “La jaula se ha vuelto pájaro y se ha volado y mi corazón está loco porque aúlla a la muerte y sonríe detrás del viento a mis delirios: Qué haré con el miedo, Qué haré con el miedo”. El mundo o lo que conocemos como tal, se ha convertido en un pájaro. Las palabras que antes me salvaban se transforman en un abismo. ¿Y el miedo? – Me preguntas, Alejandras –. Y te responds por ambos: “El miedo ya no sé donde ponerlo.

¿Sabes Alejandra? Hace algunos días, yo también, he venido soñando que el tiempo tiene imagen y es femenina, es un ángel perverso como todas  las mujeres, es lúgubre, y carroñera, viene a enterrarme sus agujas en el costado de la imaginación, asesina mis pensamientos. He aquí la precisión de la perversidad femenina. Así que la muerte compensaría mis excesos de pensamientos y alabanzas a las mujeres, ¿o debo decir a los pájaros, o debo decir a los ángeles? Me gustaría escuchar tu versión de los hechos algún día pero naturalmente más allá de la muerte, o quizá en otro sueño contigo Alejandra.

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