sábado, 29 de diciembre de 2012


EL SUEÑO Y EL TIEMPO


El sueño esta escrito en estrofas regulares, cada uno es un nocturno despertar. Significa un reacomodarse del cuerpo a su idea fija. El cuerpo por lo regular busca el sueño para descansar, pero el inconsciente quiere permanecer cuestionando sobre los misterios de la vida: ¿Quién a osado asesinar a tanta mujer? ¿Por qué esa saña tan malvada? ¿Por qué desquitase con seres humanos hermosos? Pareciera una venganza divina, un cobro por haber incitado a la traición de dios.

El sueño es una lucha a muerte entre el “yo” y el “súper yo”, por no dejar salir los monstruos de nuestro consciente. Uno y otro permanecen a la expectativa. Pareciera que el enemigo – ambos– montaran guardia, él cuerpo sin pegar una sola pestaña; el sueño, se hace cargo de la realidad o de proporcionarle un cierta coherencia de ella. Uno es dueño del cuerpo y el otro de la mente. El señor del cuerpo, cuida y busca el descanso; el señor del sueño, busca resolver los pendientes del alma.

Para la ciudad siempre atormentada, ocurre lo mismo, su conciencia e inconsciencia parecieran luchar una  y otra para apoderarse de  la voluntad de los ciudadanos; su voluntad, su moralidad y su amoralidad. Luchan y permanecen atentando contra la razón una y otra vez, tratando de prevalecer una sobre la otra hasta apoderarse del cuerpo; es decir, de “La ciudad”, pero en su lucha no hacen otra cosa que atormentar al cuerpo y sus habitantes.

Pensamientos, imaginación, creatividad, inteligencia y más pensamientos. Después, nada, silencios magentas, azules, amarillos y negros: luz blanca, incandescente, el silencio. La relación paradigmática de estos cuerpos con la muerte es un recurso fácil, una mala metáfora. Los pensamientos no sueñan, no lloran no se conduelen de sus creadores. Tampoco deben ser pensados como auxiliares de la razón contra la locura. Freud no anunció que la psicología o la psiquiatría eran las ciencias de la locura, sino de su funcionamiento; él sólo propuso una nueva disciplina para estudiar a los cuerpos y a las mentes atormentadas. El desahuciado, el atormentado, observa que la vida no es como la imaginamos y en la perspectiva de la muerte, las cosas son forzadas a ocupar un espacio limitado antes que a un fluir en un tiempo sin forma; supuestamente ilimitado, transparente y sin color. Con inteligencia se va ordenando el sueño, se va posesionando de la realidad, como un cuadro de Dalí el tiempo se nos escurren, la vida se nos escapa, se vuelve un líquidos y pegajoso como la locura.

“En esta ciudad o en cualquiera – dice Alejandra –, todos estamos locos de cierta forma, por eso permanecemos en ellas, no hay gente inocente ya en ninguna ciudad; si fuésemos cuerdos, tomaríamos a nuestro sueño de la mano y nos largaríamos a vivir a un lugar apartado y silencioso; pero no, nos encanta vivir en sociedad, depender de los demás. Para soportarnos tenemos que estar dependiendo de los ansiolíticos, como dice Jellinek: “…la felicidad y la tranquilidad cuestan y hay que pagarlas en la farmacia".

1 comentario:

  1. El comienzo es fascinante, después, cuando aparece Freud, se va perdiendo la autonomía del texto. Es como si nuestro mundo fuera la imaginación de Freud en lugar de la nuestra, vivimos en un lugar subordinado a otras imaginaciones, lo cual me parece patético. Yo viviría feliz con mi propia imaginación, con mi sueño de la mano, lléveme a donde me lleve, a la colisión con la energía humana de las grandes urbes, o al aislamiento.

    De cualquier modo un texto que da de qué hablar.

    Saludos Marco.

    pd. una sugerencia, porqué no pones las aplicaciones de seguidores para que aquellos que te visiten y quieran enterarse de tus actualizaciones se registren?, sería bueno para el blog. Avísame si puedo ayudar en algo :)

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